Cambia, pero no todo

Marcelo Beltrand Opazo
Escritor y Gestor Cultural



Creer y soñar son formas y estados del ser humano, que variarán de acuerdo a sus capitales, herramientas e instrucciones educacionales, pero también, tienen que ver con su propia historia.

Los sueños por una sociedad distinta, es decir, donde el dinero no sea el motor de todo, que el individualismo sea reemplazado por valores solidarios por un otro válido. Que la desigualdad no sea el pilar que sustente el sistema. En otras palabras, una sociedad que no tenemos y que estamos lejos de ella.

La historia de las derechas y las izquierdas se instalan bajo aquellos paradigmas que postulaban un mundo, sólo un mundo posible. Y cada uno de esos mundos se diferenciaba por ciertos valores y principios que se oponían unos a otros.

Para algunos, es inmoral que haya pobreza como la que tenemos hoy en día, pero para esos mismos, no es inmoral que haya ricos como los que hoy existen, eso está bien, es más, se constituye como un gran valor al que todos pueden llegar. Ahí tenemos el principio, que es mejor que sobre a que falte. Lamentablemente en lo social, los recursos siempre son escasos, por lo tanto, aquél que tiene más es porque existe otro que tiene menos.

Las desigualdades sociales sostienen a una estructura social que se sustenta en getos, tanto de pobreza como de riqueza. La desigualdad económica es parte constitutiva del sistema capitalista, es decir, como es parte de su estructural no podría ser de otra forma.

Si un candidato a la presidencia de la república me dice que quiere el cambio, creo que lo mínimo que pudiéramos preguntar, es: cambio de qué. Pero si además ese candidato es multimillonario y que además ha hecho su fortuna en forma poco clara, entonces, me vuelvo a preguntar, qué es lo que quiere cambiar. Una pregunta tan simple y clara.

Pues bien, si me dice que quiere cambiar el sistema capitalista y, cambiar las estructuras que generan la desigualdad económica que permite que gente sea multimillonaria, me parece que es un cambio en serio. Si me dice que quiere hacer un cambio a la constitución política porque tiene claro que la actual fue hecha en un estado de excepción y donde fue impuesta por una minoría, y que por lo mismo entiende perfectamente la importancia de darse un marco constitucional que represente a la mayor cantidad de personas del país, entonces, ese es un cambio de verdad.

Si ese candidato o cualquier otro me dice, que quiere que la educación será su prioridad, es decir, que los colegios municipalizados tenga tanta o más inversión, nunca menos, que un colegio particular pagado, ese es un cambio con el que yo sueño.

Pero además me dice que el cambio que propone permitirá recuperar aquellas empresas que el Estado entrego a privados y que son claves para un desarrollo sustentable como país, de verdad, que yo me convenzo de que el cambio que propone es real.

Pero para rematarla, me dice que él, entregará toda su fortuna, porque sabe que los rumores pesan y que no quiere que la gente piense que a él le gusta ser un multimillonario, es decir, tener acceso a cosas que más del 90% de la población no tiene, porque quiere gobernar y producir cambios estructurales, es decir, quiere una sociedad distinta, no quiere una sociedad capitalista, quiere una sociedad solidaria, que incluso, no tiene nombre, que hay que inventarla. De verdad, si me dijera eso, yo le diría que es un revolucionario, y que no sólo voy a votar por él, sino que voy a trabajar para que llegue al gobierno. Si, así sería.

Pero saben, después de tanta agua que ha pasado debajo del puente, lo que menos podemos hacer, es querer vivir en un estado de ingenuidad, creyendo lo que no es; creyendo que los discursos no tienen un componente ideológico; creyendo que se gobierna con consignas y slogan publicitario; no podemos dejar de ver y aceptar la historia (tanto la con mayúscula, como aquella con minúscula), de las personas, pero sobre todo de un país, de nuestro país. La derecha, sigue siendo la derecha, por más discursos con ribetes populistas tenga. La derecha sigue siendo la derecha.

En una sociedad desigual, no podemos pretender gobernar con todos, porque todos, son mucha gente. Porque todos, son los de allá y de acá; porque todos, abarca a la derecha y a la izquierda; porque todos, no comemos lo mismo; porque todos, no ganamos lo mismo; porque todos, no somos iguales. Porque hay unos más iguales que otros. Lo que podemos exigir es que se gobierne para todos, que no es lo mismo que gobernar con todos, porque eso, es un slogan, una consigna electoral.

Permitan que la duda se instale, como ejercicio sano, en una democracia que excluye y silencia. Permitan que el ejercicio de la duda sea parte del cotidiano, y que devele lo que haya que develar; permitan que la duda sobre el sustantivo cambio se muestre como realmente es.